El profesor Benito Peinado, nuevo Catedrático de Educación Física y Deportiva de la UPM

El profesor Pedro J. Benito Peinado ha obtenido la plaza como Catedrático en Fisiología del Ejercicio y Entrenamiento de la Fuerza, dentro del área de Educación Física y Deportiva en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF) de la Universidad Politécnica de Madrid. 

Natural de Tomelloso (Ciudad Real), el profesor Benito Peinado lleva 30 años dedicado al estudio del entrenamiento de la fuerza y su inclusión en los programas de adelgazamiento en personas con sobrepeso y obesidad, siendo uno de los mayores expertos españoles en el concepto de balance energético. Fruto de este trabajo cuenta con 40 proyectos de investigación y más de 170 publicaciones científicas. Adscrito al Departamento de Salud y Rendimiento Humano de la Universidad Politécnica de Madrid, imparte docencia en diversos Grados y Másteres y ha sido elegido por sus alumnos durante varios cursos como profesor excelente. 

El nuevo catedrático defendió su plaza el pasado mes de marzo durante más de cinco horas ante el tribunal compuesto por la profesora Marcela González-Gross, Catedrática de Universidad de la Universidad Politécnica de Madrid, el profesor Eduardo Cervelló Gimeno, Catedrático de la Universidad de Elche, el profesor Alfonso Jiménez Gutiérrez, Catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos y los profesores Palma Chillón Garzón y Mikel Zabala Díaz, ambos Catedráticos de la Universidad de Granada.

Durante su intervención, el profesor ha mostrado su lado más cercano como persona y como profesional en un emotivo discurso de agradecimiento que ha generado un gran impacto ante la comunidad científica y académica y ante todos los asistentes. Abajo podrán encontrar el discurso completo de agradecimiento del Profesor, que no deja indiferente:

Palabras de agradecimiento

“Querida Presidenta,

Con su permiso, me gustaría dedicar unas palabras a todos los presentes, y sobre todo, a todos los ausentes. Estoy aquí gracias a un número importante de personas, y no me gustaría que el apremio del acto o las lagunas de mi memoria me impidieran dar las gracias como corresponde a todas ellas.

La primera, en orden cronológico, es mi madre, a quien debo su corazón y su coraje, su furia y el arrojo de alguien que nada ni nadie ha doblegado. Mi padre me ha dado mucho más de lo que él piensa, y junto con mi abuelo, me han hecho una persona de principios. Ya sea de forma activa o pasiva, ambos han contribuido a que alguien aparentemente sin esperanzas llegue hasta donde estoy hoy. La congruencia y la integridad son su legado hacia mí.

Son los ausentes los que más pellizcan el alma, los que más fuerte me han hecho y a los que más añoro. Dicen que la soledad del anciano es ver cómo desaparecen tus seres queridos y te quedas solo, contemplando un mundo que ya no es el tuyo. A ellos me acerco sin prisa, pero sin miedo, sabiendo que seré bien recibido donde vaya. Allá donde están, los veo sonriendo, esperando ansiosos para abrazarme, con las ganas de quien ha esperado mil años por un solo abrazo.

Por otro lado, es obvio que no estaría aquí tampoco sin mis profesores y maestros a los que debo buena parte de mi terquedad y mucho de lo que he construido. A mí familia política, a la otra Ángela y a mis hermanos, gracias por sentarme en vuestras mesas y hacerme sentir el cariño en cada gesto. A mí cuñado Pedro con el que me comunico casi siempre sin palabras y con el que comparto mi Casino, un proyecto que puede matarnos a ambos. A mis sobrinos y sobrinas, todos, pero especialmente a los que se sienten más solos, Miguel y María, a veces después de apagarse una luz se enciende otra, e ilumina un camino que antes no se veía. A mí hermana Rosa, con la que tengo un vínculo tan profundo y sincero que muchos hermanos solo pueden soñar.

El profesor Pedro J. Benito Peinado junto con los miembros del tribunal. La profesora Marcela González-Gross, el profesor Eduardo Cervelló Gimeno, el profesor Alfonso Jiménez Gutiérrez, la profesora Palma Chillón Garzón y el profesor Mikel Zabala Díaz.

A mis amigos con mayúsculas, a esos que puedo pedirles la luna y se acercarán a por ella. Marino y Manolo, lo importante está por venir.

Debo ser de las personas que más padres ha tenido de la historia de la humanidad. Además de tener dos padres y una madre que han cuidado de mí, he tenido la suerte de tener un padre académico y una madre científica. Al Dr. Calderón, al que le debo mucho de cuánto soy hoy, puedo decir que he recibido de su trato las más duras enseñanzas, pero también la más sincera de las amistades. El tratamiento de humildad que has tenido conmigo me ha hecho mejor persona, un humano con menos ego y un profesor al que todos sus alumnos tratan con respeto y cariño. Siempre estaré agradecido de haberte conocido, me siento tú discípulo y me enorgullezco de llamarte maestro. 

Mi madre científica es muy alemana y española y todavía no sé qué parte me gusta más. Es una persona que no deja de enseñarme, que me guía y me conduce, y la causa necesaria de que yo esté aquí hoy. Sin tu apoyo, tu consejo y tu guía no estaría aquí Marcela. Podría enumerar las muchas ocasiones que he recibido tu ayuda, que espero haber devuelto en partes iguales con cariño y fidelidad. Quiero aprovechar esta oportunidad para manifestar públicamente mi reconocimiento a una de las personas que más ha cambiado está facultad. Un reconocimiento al talento, al esfuerzo, a la dedicación y al trabajo, que a veces es tan ingrato. Tú y yo sabemos que, aunque esté aquí por mérito propio, nadie nace sin madre, y yo he tenido la suerte de contar contigo.

Es mi familia mi tesoro, la personal y la científica, he oído muchas veces, y tengo la suerte de haber sido ayudado y construido por ambas.

Es el LFE Research Group el que he construido con mis manos y mi cabeza, con cada tesis un ladrillo, cada doctorado una ilusión, y cada proyecto una nueva vida. Espero dejar huella. Siempre he pedido a todos los que por ahí han pasado, que al salir por su puerta piensen en lo que dejan y no lo que se llevan, que casi siempre es más, porque nuestro laboratorio siempre nos ha dado mucho, pidiendo poco a cambio.

Si tuviera que mencionar aquí a todos los que me han dado forma como científico y como profesor no acabaría hoy, pero si tengo que mencionar a una persona no podría hacerlo. La Dra. Ana Belén Peinado me acompaña desde muy atrás en mi carrera y le he dado lo mejor de mí. He hecho por ella lo que no hubiera hecho por nadie, y he intentado ayudarla como ella me ha ayudado a mí en mis horas más bajas, cuando más lo necesitaba. Tengo el orgullo de haber sido, al menos en parte, el constructor de tu futuro y la persona en la que más confía académicamente. Te falta mucho por aprender, y a mí, y a todos los que, con la curiosidad de un niño, miramos el futuro con esperanza y con una buena dosis de ignorancia. 

A todos y cada uno de los miembros del LFE, Rocío, Miguel, Jabo, Domingo, Benítez, Isabel, María, Ildefonso, Víctor, Nuria, Jacobo y un largo etcétera, sentir el calor de mi aprecio y mi cariño, buena parte de lo que hoy consigo es gracias a vuestro trabajo y dedicación y os estaré eternamente agradecido. Con enorme orgullo y humildad tengo que decir que tengo la suerte de haber concurrido a todas mis batallas, siempre con una magnífica compañía. Mi suerte ha sido no sentirme ni estar solo en ninguna de ellas. Eso es un privilegio que intentaré devolver como pueda.

Podría y quizás debería narrar uno a uno todo lo que hemos hecho juntos, pero el tiempo aprieta mi garganta y solo puedo decir gracias.

Es en mi casa donde más agradecido me siento, en esta casa, el INEF. A pesar de haber intentado sin éxito (hasta ahora) convertirla en el Karolinska Institutet, he recibido de todos sus integrantes el cariño y la comprensión de mis compañeros. Los profesores, mis compañeros y compañeras y el PAS o PTGAS de este centro siempre me han acogido con cariño y con respeto,  y siento una profunda deuda con mucha gente que me ha hecho muy feliz dentro de estas cuatro paredes, Felicidad, Agustina, María José, Lidia, Cristina, José Luis, Paco, David, Loren, Carlos, Luis, Asun, Juanito, Trini, Gonzalo, Antonio, Reyes, y mis señoras de la limpieza, a las que cuento con orgullo que sé lo que es limpiar un váter público, porque mi origen humilde me ha dado muchas armas con las que combatir la insolencia y el agravio de los que piensan que lo merecen todo sin esfuerzo.Cómo decía tengo muchas deudas pendientes. Una de las personas que más responsabilidad tiene en que esté aquí hoy es mi mujer, mi esposa, mi guía y mi tortura. La mujer que hizo creer a un niño que podía llegar donde quisiera, y como quiero ir abreviando  por ello tengo que hacer dos ruegos, a mi esposa y a mi hijo, que nunca me dejen de querer, aunque yo mismo haya tirado la toalla, y a mis alumnos a los que con desesperación atiendo, a quienes doy lo mejor de mí, la sencilla y desnuda persona que soy, que sientan el orgullo que siento por mi trabajo y por la profesión que he elegido, la de construir personas, a ellos les ruego que sientan en su fuero interno el orgullo de haber compartido tiempo juntos. Y como no sería yo si no acabo con una cita, parafraseo a Descartes, “daría todo lo que sé por la mitad de lo que desconozco”, que traducido al tomellosero clásico significa que os quiero un puñao. Muchas gracias.” 
Pedro J. Benito Peinado